No sé si ustedes creen en la suerte, yo sí. Durante mucho tiempo creí que el 50% de todo lo que nos ocurría se debía a la suerte. Lo cual implicaba, de modo inverso, que solo podíamos dominar parcialmente nuestro destino, o sea, en un 50%. Por ejemplo, si nosotros deseábamos desesperadamente el amor de una mujer, primero, y antes de poder siquiera hablarle, debíamos tener la suerte de que nuestros caminos se crucen, o al menos saber de su existencia. Luego de que todas las variables imaginables coincidan (lengua, país, época, lugar, etc.), y se den también ciertos factores excluyentes (que me escuche, que le interese lo que digo, que esté disponible, que no vaya a morirse de una enfermedad terminal, que quiera verme nuevamente); recién entonces, podremos ejercer el legítimo derecho de gobernar la parte de nuestra vida que controlamos. Ahora bien, como cada examen se aprueba con un porcentaje determinado (80% para una beca, 60% en el colegio, 40% en la facultad), podemos extraer algunas conclusiones interesantes. Solo las situaciones que requieran menos del 50% para ser alcanzadas pueden ser producto exclusivo de la suerte. Cuanto más exigente sea el objetivo, más suerte se necesitará para conseguirlo. Los incapaces suertudos suelen pasar la mayoría de los exámenes poco relevantes. Y he aquí la máxima suprema, conoce tu nivel de suerte y sabrás cuanto debes esforzarte.
miércoles, 24 de febrero de 2010
lunes, 22 de febrero de 2010
miércoles, 17 de febrero de 2010
“Tu cabeza es un país, y acaba de ganar la corrupción.”
Queridos Feligreses, heme aquí para ofrecerles una visión diferente de la realidad. En este caso, profundizaremos en la conducta desarrollada por la hermana María, en los subterfugios que utiliza su inconsciente para avalar y fomentar la compra compulsiva.
Charlando con ella me comentó que fue hasta el shopping a comprarle un regalo a su sobrino, y que de pasada vio a un vendedor callejero que vendía bombachas y pantaloncitos para dormir, de muy buena calidad y a bajo costo ($15 y $20 respectivamente) -nótese el primer mecanismo inconsciente-. Como en ese momento tenía solo $22 en su billetera, lo cual tan solo alcanzaba para una prenda, decidió volver después de sacar plata del cajero. Casualmente, y en esto la suerte colaboró, recibió un par de billetes de $50 en la extracción, por lo que ávida de algodón, volvió a satisfacer sus deseos mas febriles. Eligió un pantaloncito y una bombachita, y cerró el trato pagando con un billete de $50 la compra que tan solo fue de $35.
Hasta aquí podrán pensar ustedes que el relato resulta intrascendente y que su actitud no esconde nada… pero se equivocan. Nada escapa a la visión del Gran Pai.
Lo lógico hubiese sido, siendo una compradora compulsiva y brindándole la suerte la oportunidad de realizar una compra exacta, comprar dos bombachas y un pantaloncito, lo cual cerraba el círculo perfecto de pagar con $50 una compra de $50 (NdelA: A los compradores compulsivos les fascinan los gastos exactos). Esta pequeña evidencia demoníaca despertó mi curiosidad y me obligó a preguntar.
-¿Porqué estimada María no compró dos bombachas en vez de una?- Su respuesta olía a azufre.
-Porque me pareció un gasto excesivo Gran Maestro, además, como hay tantos diseños, cada vez que pase puedo comprarme una diferente.-
Mientras que el ojo común no advierte la maniobra, el ojo del Gran Pai que todo lo ve se regocija en su sabiduría.
Claramente, si hubiese comprado las dos bombachas en vez de una, el grado de culpa hubiese superado el nivel tolerable, lo que hubiese generado que no compre más bombachas por un periodo de tiempo relativo. Pero comprando una sola, el gasto pasa por debajo del radar de la culpa y hasta se disfraza de ahorro, posibilitando la compra de varias bombachas más hasta que se dispare la alarma del gasto innecesario. Ella misma terminó reconociendo que pensaba comprar de a uno todos los modelos. Y hasta me aventuro a sostener que se valerá de todo tipo de fórmulas inofensivas para pasar por el lugar, sin advertir que detrás se cierne la sombra de su maquiavélico inconsciente.
Lo cual, queridos feligreses, me lleva a concluir que el gobierno que reside en su cabeza, vanagloriándose ante el pueblo de haber ahorrado, lo único que hizo fue autorizar un gasto mucho mayor de las reservas, favoreciendo así a su oscuro amigo de la compra compulsiva.
Espero haberlos iluminado, querido rebaño mío, con este pequeño relato sobre los mecanismos que utiliza el inconsciente para dominarnos.
Me despido con amor.
Suyo.
Pai Duma.
lunes, 15 de febrero de 2010
Aqui empieza mi camino
Yo estoy firmemente convencido de que la felicidad es un objetivo alcanzable, y que aún estando en el fondo del pozo uno puede salir adelante.
Pienso que la vida me regaló esta tristeza que siento todos los días para que me pueda demostrar a mi mismo, y a todos lo que estén mal, que uno puede ser feliz a pesar de todo. Que no importa que tan mal estés, si lo deseás, podés estar mejor.
Mi propuesta es la siguiente: Yo voy a ir en busca de mi felicidad y para ello haré lo que haga falta. Voy a experimentar cosas nuevas, voy a cometer locuras, voy a sentir el mundo con todos mis sentidos y voy a extraer de a pedacitos la felicidad que encuentre en cada etapa de este viaje. Les prometo no renunciar hasta ser feliz, realmente feliz.
Y si bien cuando lo logre no voy a poder regalarles mi felicidad, si voy a poder darles mi camino, mi método, mi aprendizaje, para que tambien ustedes puedan hacer su propio viaje.
Yo creo en mi y creo que puedo lograrlo. La felicidad es el objetivo y ustedes mis testigos.
Aqui empieza mi camino...