Queridos Feligreses, heme aquí para ofrecerles una visión diferente de la realidad. En este caso, profundizaremos en la conducta desarrollada por la hermana María, en los subterfugios que utiliza su inconsciente para avalar y fomentar la compra compulsiva.
Charlando con ella me comentó que fue hasta el shopping a comprarle un regalo a su sobrino, y que de pasada vio a un vendedor callejero que vendía bombachas y pantaloncitos para dormir, de muy buena calidad y a bajo costo ($15 y $20 respectivamente) -nótese el primer mecanismo inconsciente-. Como en ese momento tenía solo $22 en su billetera, lo cual tan solo alcanzaba para una prenda, decidió volver después de sacar plata del cajero. Casualmente, y en esto la suerte colaboró, recibió un par de billetes de $50 en la extracción, por lo que ávida de algodón, volvió a satisfacer sus deseos mas febriles. Eligió un pantaloncito y una bombachita, y cerró el trato pagando con un billete de $50 la compra que tan solo fue de $35.
Hasta aquí podrán pensar ustedes que el relato resulta intrascendente y que su actitud no esconde nada… pero se equivocan. Nada escapa a la visión del Gran Pai.
Lo lógico hubiese sido, siendo una compradora compulsiva y brindándole la suerte la oportunidad de realizar una compra exacta, comprar dos bombachas y un pantaloncito, lo cual cerraba el círculo perfecto de pagar con $50 una compra de $50 (NdelA: A los compradores compulsivos les fascinan los gastos exactos). Esta pequeña evidencia demoníaca despertó mi curiosidad y me obligó a preguntar.
-¿Porqué estimada María no compró dos bombachas en vez de una?- Su respuesta olía a azufre.
-Porque me pareció un gasto excesivo Gran Maestro, además, como hay tantos diseños, cada vez que pase puedo comprarme una diferente.-
Mientras que el ojo común no advierte la maniobra, el ojo del Gran Pai que todo lo ve se regocija en su sabiduría.
Claramente, si hubiese comprado las dos bombachas en vez de una, el grado de culpa hubiese superado el nivel tolerable, lo que hubiese generado que no compre más bombachas por un periodo de tiempo relativo. Pero comprando una sola, el gasto pasa por debajo del radar de la culpa y hasta se disfraza de ahorro, posibilitando la compra de varias bombachas más hasta que se dispare la alarma del gasto innecesario. Ella misma terminó reconociendo que pensaba comprar de a uno todos los modelos. Y hasta me aventuro a sostener que se valerá de todo tipo de fórmulas inofensivas para pasar por el lugar, sin advertir que detrás se cierne la sombra de su maquiavélico inconsciente.
Lo cual, queridos feligreses, me lleva a concluir que el gobierno que reside en su cabeza, vanagloriándose ante el pueblo de haber ahorrado, lo único que hizo fue autorizar un gasto mucho mayor de las reservas, favoreciendo así a su oscuro amigo de la compra compulsiva.
Espero haberlos iluminado, querido rebaño mío, con este pequeño relato sobre los mecanismos que utiliza el inconsciente para dominarnos.
Me despido con amor.
Suyo.
Pai Duma.
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